La arquitectura de la Mesopotamia era muy variada y original, adaptada a los recursos y las necesidades de sus habitantes. Algunas de sus características más destacadas eran:
El uso del barro, el adobe y el ladrillo como materiales principales, debido a la escasez de piedra y madera en la región.
El desarrollo de la bóveda y el arco, que permitían cubrir grandes espacios con ladrillos.
La construcción de templos, palacios y zigurats, que eran edificios religiosos y políticos de gran altura y complejidad, con escaleras, terrazas y decoraciones.
La importancia de la arquitectura doméstica, que reflejaba la organización social y familiar de los mesopotámicos, con casas de una o varias plantas, con patios, habitaciones y almacenes.
La creación de obras hidráulicas, como canales, presas y acueductos, que facilitaban el riego y el abastecimiento de agua.